
Un giro inesperado en la crisis aérea y política que envuelve a Venezuela y Estados Unidos se concretó con la reanudación de los vuelos de repatriación entre Phoenix, Arizona, y Caracas, autorizados por el régimen de Nicolás Maduro bajo la presión diplomática de la Administración Trump. Desde enero de 2025, estos vuelos habían sido intermitentes y sufrieron una suspensión unilateral estadounidense a fines de noviembre, tras el anuncio de un supuesto cierre del espacio aéreo venezolano.
Este episodio, lejos de ser un simple ajuste logístico, se inscribe en un escenario de alta tensión militar en el mar Caribe, donde el despliegue estadounidense ha sido calificado por Caracas como una amenaza directa y por Washington como parte de su estrategia antidrogas. La FAA emitió alertas que derivaron en cancelaciones masivas y revocación de permisos a aerolíneas internacionales, exacerbando el conflicto.
El gobierno venezolano ha defendido con vehemencia su soberanía aérea, rechazando cualquier interferencia externa. 'Ninguna autoridad ajena a la institucionalidad venezolana tiene facultad para interferir, bloquear o condicionar el uso del espacio aéreo nacional', afirmó la cartera de Transporte en Caracas. Por su parte, la Casa Blanca, a través de la Administración Trump, ha mantenido una postura firme contra el régimen chavista, utilizando la reanudación de vuelos como un gesto táctico dentro de una estrategia mayor que incluye sanciones y despliegue militar.
La presión sobre Venezuela ha encendido alarmas en La Habana. Desde la isla, donde el gobierno de Miguel Díaz-Canel enfrenta una crisis económica y social profunda, la posibilidad de un cambio de régimen en Caracas genera inquietud. 'El gobierno cubano está consternado porque hay posibilidad de un conflicto con uno de sus aliados principales, y esto puede derramarse hacia Cuba,' explicó el exdiplomático Carlos Alzugaray a EFE. La dependencia energética cubana de Venezuela —recibiendo un cuarto del petróleo que necesita— hace que cualquier inestabilidad se traduzca en apagones prolongados y agravamiento de su crisis interna.
Expertos como Ricardo Herrero, del Cuba Study Group, advierten que la caída del chavismo no solo afectaría la economía cubana, sino que también profundizaría su dependencia de potencias como Rusia y China, en un contexto donde Estados Unidos busca limitar la influencia de ambos en el hemisferio.
Este episodio de reanudación de vuelos es más que una simple noticia aérea: es un síntoma de las complejas tensiones que cruzan América Latina y el Caribe. La voluntad de Maduro de mantener el control soberano sobre su espacio aéreo choca con la presión estadounidense para aislarlo y debilitarlo. Mientras tanto, Cuba observa con temor, consciente de que la crisis venezolana puede extenderse y agravar su propia situación.
Las consecuencias inmediatas incluyen una ligera mejora en la movilidad de migrantes venezolanos, pero también un endurecimiento del bloqueo aéreo y diplomático que se ha traducido en sanciones y restricciones para aerolíneas internacionales. En el plano geopolítico, la situación confirma que la lucha por el control en el Caribe es un juego de alta tensión, donde cada movimiento puede desencadenar reacciones en cadena.
En definitiva, la reanudación de vuelos no es un alivio definitivo, sino un capítulo más en una narrativa marcada por la confrontación, la soberanía y la supervivencia regional. La historia sigue, y sus protagonistas mantienen la arena caliente, mientras los espectadores observan atentos los próximos giros de esta tragedia hemisférica.
2025-11-28