
Una nueva hoja de ruta se ha desplegado en las últimas semanas en Ottawa para fortalecer los vínculos con América Latina y el Caribe, en un contexto marcado por la búsqueda canadiense de diversificar sus socios comerciales y geopolíticos. El Consejo Canadiense para las Américas publicó el 18 de noviembre un informe con recomendaciones concretas para maximizar los beneficios de los tratados vigentes y futuros con la región, en medio de un escenario global de tensiones, competencia entre potencias y desafíos compartidos.
El primer ministro Mark Carney ha dejado claro que la relación histórica con Estados Unidos, el principal socio económico de Canadá, ha cambiado de forma irreversible desde la guerra arancelaria iniciada en la administración Trump. Para Ottawa, esto implica no solo buscar nuevos mercados, sino también fortalecer la seguridad nacional y la resiliencia económica. En este sentido, América Latina y el Caribe emergen como un polo de crecimiento y una oportunidad para diversificar la agenda exterior canadiense.
El informe del Consejo detalla áreas prioritarias: desde la promoción de exportaciones canadienses en sectores estratégicos como energías limpias y minería de minerales críticos —donde América Latina posee reservas clave de litio y cobre— hasta la cooperación en infraestructura y tecnología digital que facilite el comercio bilateral.
La recepción en América Latina es heterogénea. Países como México, que firmó acuerdos con Canadá en septiembre pasado y mantiene una relación estrecha, ven con optimismo la profundización de estos lazos. Sin embargo, otros actores regionales manifiestan cautela frente a la creciente presencia canadiense, recordando episodios polémicos vinculados a empresas extractivas y su impacto ambiental y social.
“Los países de la región son conscientes de la oportunidad, pero también exigen transparencia, participación comunitaria y respeto por la seguridad nacional”, señala el informe, reflejando una demanda creciente por un modelo de cooperación más justo y sostenible.
Además, la presencia de potencias como China, que lleva años consolidándose en la región, añade un componente competitivo que Ottawa debe gestionar con cuidado para evitar tensiones geopolíticas.
El documento también subraya la importancia de la cooperación en seguridad hemisférica. Canadá enfrenta crecientes amenazas globales y reconoce que su seguridad comienza lejos de sus fronteras. Por ello, propone un combate más frontal contra el crimen organizado, mayor vigilancia portuaria y liderazgo en ciberseguridad, con un enfoque hemisférico.
En materia migratoria, se plantean programas adaptados a las necesidades específicas de las distintas provincias canadienses, así como un nuevo pacto de movilidad con México y colaboración con Brasil para atender a migrantes haitianos desplazados.
Tras meses de análisis y diálogo, queda claro que la relación Canadá-América Latina está en un punto de inflexión. La estrategia canadiense busca no solo diversificar su economía y seguridad, sino también posicionarse como un socio confiable y sostenible en una región que, aunque rica en recursos y talento, también demanda respeto y equidad.
No obstante, las tensiones entre intereses económicos, expectativas sociales y dinámicas políticas regionales no desaparecen. La historia reciente muestra que la presencia extranjera en América Latina suele ser un terreno de disputas y controversias. Esto obliga a Canadá a afinar su enfoque para evitar repetir errores y construir alianzas duraderas.
En definitiva, la redefinición de esta alianza es un desafío que pone en escena a actores estatales, empresariales y sociales en un coliseo donde se juegan no solo contratos y tratados, sino también la legitimidad y el futuro de la cooperación internacional.
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Fuentes: El País América (2025-11-18), Portal Agro Chile (2025-03-25).
2025-11-08