
Un debate que no termina. En los últimos días, la propuesta del candidato presidencial José Antonio Kast de permitir que presos por crímenes de lesa humanidad puedan cumplir sus condenas en sus hogares si padecen enfermedades terminales ha reavivado una polémica que atraviesa la memoria y la justicia chilena.El 1 de diciembre de 2025, Kast declaró públicamente que le gustaría que un enfermo terminal pudiera morir en su hogar, en referencia directa a figuras como Miguel Krassnoff, condenado por múltiples violaciones a los derechos humanos durante la dictadura. Esta declaración no solo desafía la sensibilidad social, sino que también pone en tensión principios jurídicos y éticos que el país ha ido construyendo desde el retorno a la democracia.
Desde la derecha, la postura de Kast y su coalición Chile Vamos se presenta como un acto de humanidad y pragmatismo jurídico. Argumentan que mantener en prisión a personas con enfermedades graves, que ya no representan un peligro ni pueden cumplir una función punitiva real, es una carga innecesaria para el sistema penitenciario y la sociedad."Nosotros vamos a actuar en consecuencia a lo que hemos planteado y lo que hemos conversado con este conglomerado de distintos partidos políticos", señaló Kast en una rueda de prensa. La propuesta incluye un proyecto de ley en trámite en el Senado que busca formalizar esta posibilidad.
Por otro lado, la oposición y organizaciones de derechos humanos han reaccionado con alarma y rechazo. Para ellos, abrir la puerta a indultos o excarcelaciones en casos emblemáticos como Punta Peuco es un retroceso en la justicia y una afrenta a las víctimas y sus familias.La senadora Paulina Vodanovic, jefa de campaña de Jeannette Jara, afirmó: "Esto no es solo una cuestión legal, es un mensaje simbólico que puede erosionar la memoria y la reparación". Jara, candidata oficialista, utilizó la franja electoral para denunciar la intención de Kast, recordando que figuras como Krassnoff acumulan condenas por más de mil años y que su excarcelación sería una herida abierta para la sociedad chilena.
En el centro del huracán están las víctimas y sus descendientes, quienes ven en la propuesta una amenaza a la dignidad y a la justicia restaurativa. Un joven entrevistado en la franja oficialista expresó su preocupación: "Miguel Krassnoff fue el asesino de mi abuelo, y la idea de que pueda salir de la cárcel me parece una burla".
Sin embargo, también hay quienes plantean que la justicia debe contemplar la condición humana, incluso de los más condenados, y que la cárcel no debe ser un lugar de muerte lenta y sin dignidad. Este enfoque, aunque minoritario y controvertido, invita a reflexionar sobre la tensión entre castigo y compasión.
Lo que está claro es que la propuesta ha encendido una batalla política que trasciende la campaña presidencial y que pone en evidencia las heridas aún abiertas del pasado dictatorial. La discusión sobre indultos a presos terminales no es solo legal, sino profundamente simbólica y social.
El Senado mantiene en trámite el proyecto de ley que podría permitir el cumplimiento domiciliario para condenados con enfermedades graves o avanzada edad. La decisión que allí se tome tendrá un impacto directo en la política, la memoria y la percepción pública de la justicia en Chile.
Finalmente, esta controversia expone la dificultad de equilibrar el respeto por los derechos humanos con la necesidad de justicia y reparación. Mientras la campaña presidencial avanza, el país observa cómo se enfrentan dos visiones irreconciliables: una que prioriza la humanidad hacia el condenado y otra que defiende la memoria y la justicia para las víctimas.
Este es un debate que aún no tiene cierre, pero que define, sin duda, la forma en que Chile enfrentará su pasado y su futuro.
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Fuentes: Cooperativa.cl, declaraciones públicas de José Antonio Kast y Jeannette Jara, análisis de senadores y organizaciones de derechos humanos.
2025-11-30
2025-11-26