
Un país en construcción: la inclusión que Chile aún debe consolidar
El 28 de noviembre de 2025, la Fundación Teletón y el Observatorio para la Inclusión de la Universidad Andrés Bello pusieron sobre la mesa la urgencia de avanzar en la integración plena de las personas con discapacidad en Chile. Este llamado no es nuevo, pero su vigencia se reafirma frente a las dificultades persistentes en ámbitos claves como la educación y el empleo.
En el plano escolar, el discurso de los derechos ha ganado terreno, pero sin un contrapeso efectivo de los deberes, las escuelas se ven atrapadas en una paradoja que desgasta el clima educativo. Eric Acuña Agurto, psicopedagogo y coordinador del Programa de Inclusión Escolar, advierte que "las familias quedan exentas del deber de educar límites y responsabilidades, mientras los colegios deben contener agresiones y mediar conflictos". Esta dinámica, según profesionales del sector, genera heridas profundas en las comunidades educativas y plantea la necesidad urgente de una corresponsabilidad clara entre familias y escuelas.
Mientras tanto, en el ámbito laboral, la tecnología emerge como una palanca de inclusión sin precedentes. Un reportaje publicado el 29 de octubre de 2025 destaca que programas de formación tecnológica especializados han logrado capacitar a cientos de personas con discapacidad, abriéndoles las puertas a empleos cualificados en ciberseguridad, programación y gestión digital. El caso de Javier Gómez-Lobo, quien tras una enfermedad incapacitante se reinventó en la ciberseguridad, ilustra este fenómeno: "Da igual si no tienes un título académico. Esto va de querer aprender", afirma.
Sin embargo, la inclusión laboral también enfrenta barreras culturales y estructurales. Empresas con más de 50 empleados deben cumplir con una cuota del 2% de trabajadores con discapacidad, pero muchas optan por alternativas como donaciones. Patricia de Urquía, directora de Bedistic, señala que "los mandos medios frenan la contratación y falta una cultura global para adaptar puestos y convivir con la discapacidad". A pesar de esto, hay señales de cambio: organizaciones como Airbus y Telefónica Tech integran activamente a personas con discapacidad y desarrollan apoyos específicos.
Más allá de la educación y el empleo, el debate cultural sobre la representación de minorías, incluyendo personas trans, sigue siendo un terreno de disputa. El 15 de octubre de 2025, un análisis publicado en El País puso en evidencia la tensión entre la libertad artística y la justa representación: más del 80% de personajes trans en Hollywood son interpretados por actores cisgénero, mientras la tasa de desempleo en la comunidad trans supera el 40%.
Daniela Requena, escritora trans, sostiene que "la igualdad también se juega en las pantallas; no pedimos privilegios, sino competir en igualdad". Este debate refleja una disonancia social que pone en jaque la idea misma de inclusión, señalando que la visibilidad sin oportunidades reales puede ser un espejismo.
Perspectivas encontradas y desafíos por delante
- Desde el sector educativo, hay consenso en que la inclusión requiere un cambio cultural profundo que involucre a familias, docentes y autoridades, pero la implementación sigue siendo desigual y con recursos limitados.
- En el ámbito laboral, la tecnología abre caminos prometedores, pero la cultura organizacional y los prejuicios actúan como frenos, más allá de los marcos legales.
- En la cultura y el arte, la tensión entre representación auténtica y libertad creativa revela las contradicciones de una sociedad que aún no ha logrado equilibrar justicia social y expresión artística.
Conclusiones
La inclusión en Chile es un proceso en construcción, marcado por avances tangibles y tensiones profundas. La educación y el empleo muestran que las leyes y programas son necesarios pero insuficientes sin un compromiso cultural y social amplio. La tecnología se presenta como un aliado poderoso, pero no es la panacea.
El debate sobre la representación en las artes evidencia que la inclusión no es solo un asunto de acceso, sino también de reconocimiento y dignidad. La desigualdad estructural persiste, y la inclusión real exige más que buenas intenciones: requiere valentía para transformar las prácticas, políticas y narrativas que sostienen la exclusión.
Chile enfrenta así un desafío colectivo que va más allá de la discapacidad o la diversidad: es un espejo de la sociedad que quiere ser, y un llamado a no conformarse con la inclusión de papel, sino a construir una comunidad donde todos tengan un lugar legítimo y respetado.
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Fuentes: Fundación Teletón, Observatorio para la Inclusión UNAB, CIPER Chile, El País, Bedistic, Fundación ONCE, Fundación GoodJob, Fundación Vass.