
En el escenario previo a la segunda vuelta presidencial del 14 de diciembre, las giras regionales de José Antonio Kast y Jeannette Jara evidencian un choque frontal de estrategias y prioridades que trascienden el mero acto de captar votos.
Desde el 28 de noviembre, Kast recorrió la Isla Grande de Chiloé y Puerto Montt, mientras Jara se desplazó a Antofagasta, bastión electoral del tercer lugar en primera vuelta, Franco Parisi. Estos movimientos no solo buscan acercar a los candidatos a sus respectivos electores, sino que también reflejan una fractura más profunda en la percepción y respuesta a las demandas regionales y nacionales.
"Si le pregunto a los habitantes de Chiloé si prefieren primero ser región o que se solucione el problema del Hospital de Ancud, es más probable que eso tenga prioridad", afirmó Kast en una entrevista local. Su mensaje es claro: las reformas políticas, como la regionalización, deben quedar en manos del Congreso y no ser el foco principal del Ejecutivo.
Este enfoque ha sido interpretado por sectores conservadores y parte del electorado rural como un llamado a atender las urgencias cotidianas —salud, infraestructura, empleo— antes que emprender cambios estructurales que, en su opinión, podrían diluir recursos y atención.
Sin embargo, críticos desde la izquierda y movimientos regionalistas ven en esta postura una forma de postergar demandas históricas de autonomía y reconocimiento territorial, que consideran fundamentales para un desarrollo equitativo y sostenible.
En contraste, Jeannette Jara puso el foco en el norte, reuniéndose con sindicatos y trabajadores de la minería, sector que conoce bien por su paso como ministra del Trabajo. Su diagnóstico reconoce un "malestar que existe en el norte del país con el sistema político", una desconexión que, según ella, se expresa en el auge de figuras como Franco Parisi.
Jara presentó una decena de propuestas orientadas a responder a las demandas sociales y económicas regionales, intentando recuperar la confianza de una ciudadanía desencantada con la política tradicional.
Desde sectores progresistas, esta estrategia es vista como un intento necesario de reconectar la política con las bases sociales, mientras que opositores la critican por considerar que su programa carece de concreción y se orienta más a la demagogia electoral.
Ambas campañas han confirmado además su participación conjunta en la apertura de la Teletón 2025, un evento que, más allá de su carácter benéfico, simboliza la necesidad de unidad en un país fragmentado.
El próximo debate presidencial, programado para el 3 de diciembre en la Universidad Católica, promete ser un escenario donde estas tensiones territoriales y programáticas se expresarán con toda su crudeza.
Las giras regionales de Kast y Jara no solo son ejercicios de campaña, sino manifestaciones vivas de la desconfianza y desconexión entre la política central y las regiones.
El contraste entre la apuesta de Kast por priorizar necesidades sociales inmediatas y la voluntad de Jara de responder al malestar político del norte refleja una tensión irresuelta en la democracia chilena: ¿cómo equilibrar demandas urgentes con transformaciones estructurales necesarias?
Además, el despliegue territorial pone en evidencia que los votos no solo se disputan en un plano nacional abstracto, sino que están profundamente anclados en realidades locales con historias, necesidades y expectativas particulares.
Este escenario obliga a los candidatos y a la ciudadanía a confrontar no solo diferencias ideológicas, sino también las múltiples caras de un país que sigue buscando su cohesión y sentido común.
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Fuentes: Cooperativa.cl, declaraciones públicas de José Antonio Kast y Jeannette Jara, análisis de contexto electoral regional.
2025-11-28