Chile en la segunda vuelta presidencial: incertidumbre y fragmentación definieron la batalla final

Chile en la segunda vuelta presidencial: incertidumbre y fragmentación definieron la batalla final
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Elecciones
2025-12-02
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- Fragmentación inédita del electorado y un 8-12% de votantes indecisos que tensionan el resultado.

- Choque de discursos y estilos entre Jeannette Jara y José Antonio Kast, con apuestas contrapuestas sobre seguridad y economía.

- El voto joven y periférico como actor clave, desafiando lealtades tradicionales y polarizando la contienda.

El domingo 14 de diciembre de 2025 se realizará la segunda vuelta presidencial que definirá quién gobernará Chile en los próximos cuatro años. Los protagonistas son Jeannette Jara, candidata del progresismo y militante comunista, y José Antonio Kast, representante de la derecha republicana. Pero más allá de la contienda entre dos nombres, lo que está en juego es la dirección que tomará el país frente a un electorado fragmentado, cansado y volátil.

Un escenario marcado por la incertidumbre y la volatilidad

El resultado de la primera vuelta, celebrada el 16 de noviembre, dejó en evidencia una realidad electoral menos previsible de lo que las encuestas y los análisis tradicionales sugerían. Jara obtuvo el primer lugar con un 26,8%, seguida por Kast con un 23,9%. Sin embargo, el fenómeno más disruptivo fue la irrupción de Franco Parisi, outsider con un 19,7%, que capturó el voto de un sector joven, periférico y desencantado, que no se siente representado ni por la izquierda ni por la derecha clásica.

Este sector, estimado entre un 8% y un 12% del electorado, permanece indeciso o indiferente, y podría ser el factor decisivo en la segunda vuelta. Se trata de un votante que no responde a lealtades ideológicas sino a emociones ligadas a la economía cotidiana, la seguridad y la percepción de quién puede gobernar sin perjudicarlos. Como señaló un estudio de la consultora Unholster, este grupo representa a hombres jóvenes, de sectores C3-D, que buscan movilidad social y rechazan las élites políticas tradicionales.

Dos visiones contrapuestas para Chile

La campaña de Jeannette Jara ha buscado aprovechar la indignación material que genera la colusión y los abusos económicos, enfocándose en propuestas sociales como el salario vital y la reducción de la jornada laboral a 40 horas. Su discurso se ha desplazado hacia una indignación concreta y reconocible, más que a un progresismo nostálgico o refundacional. En materia de seguridad, Jara apuesta por una combinación de prevención, integración social y persecución penal efectiva, una estrategia menos espectacular pero más sostenible.

“Jara encontró el tono: menos refundación, más indignación material, directa y reconocible”, comenta un analista político consultado.

Por su parte, José Antonio Kast presenta un discurso centrado en la mano dura: militares en las calles, fronteras cerradas y estados de excepción prolongados. Su oferta busca transmitir orden y resultados rápidos, capitalizando el aumento de la delincuencia como tema central. Sin embargo, expertos advierten que esta estrategia puede erosionar el Estado de derecho y radicalizar la violencia, como se ha visto en otros países latinoamericanos.

En lo económico, Kast propone rebajas tributarias para medianas y grandes empresas, un enfoque criticado por su falta de una estrategia clara de diversificación e innovación productiva, y que podría debilitar al Estado en su rol de modernizador.

Perspectivas regionales y sociales divergentes

El norte del país ha mostrado una resistencia a la suma de la derecha, con regiones como Tarapacá y Antofagasta donde la triple derecha no alcanzó el 50%, y el PDG se consolidó como expresión del descontento. En contraste, el sur sigue siendo un bastión para Kast, donde su base electoral es más sólida y podría asegurar un colchón de votos.

Desde la sociedad civil, las voces jóvenes y periféricas expresan un desencanto profundo con la política tradicional. Muchos se identifican con la figura de Parisi o permanecen indecisos, reflejando una crisis de representación y confianza que desafía los esquemas clásicos.

Conclusiones y consecuencias

El escenario es una segunda vuelta abierta, donde la diferencia entre los candidatos podría ser estrecha y donde el voto de los indecisos será crucial. La contienda no solo enfrenta dos proyectos políticos, sino dos maneras de entender la seguridad, la economía y la democracia chilena.

Por un lado, la opción progresista apuesta por reformas sociales graduales, fortalecimiento del Estado y una política de seguridad integrada. Por otro, la propuesta republicana busca orden y mano dura, con riesgos evidentes para las garantías democráticas y la cohesión social.

Este choque refleja una ciudadanía cansada, que no se deja impresionar fácilmente y que exige soluciones concretas a problemas reales. La historia electoral reciente demuestra que el electorado chileno no oscila entre polos radicales, sino que busca credibilidad y resultados palpables.

Finalmente, la segunda vuelta será un test para la madurez democrática del país, donde la polarización y la fragmentación deberán enfrentarse con diálogo, respeto institucional y un compromiso renovado con la convivencia social.

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Fuentes consultadas: análisis de la consultora Unholster, estudios del CEP, declaraciones de la presidenta del Servel Pamela Figueroa, columnas de opinión en BioBioChile y El País Chile.