
El domingo 16 de noviembre de 2025 marcó un hito en la historia electoral chilena. Chile vivió las elecciones con mayor participación desde el retorno a la democracia, con un 85% de votantes, impulsadas por la obligatoriedad del sufragio y la inscripción automática. Este cambio legal incorporó a cinco millones de nuevos votantes y alteró el escenario político tradicional, generando un clima de expectativa y tensión que hoy, a más de dos semanas, permite analizar con perspectiva y profundidad.
En la carrera presidencial, la izquierda y la derecha tradicional se vieron desafiadas por un inesperado tercer actor: Franco Parisi, líder del Partido de la Gente (PDG), quien duplicó las estimaciones de las encuestas previas y alcanzó un 19,7% de los votos. Su irrupción fracturó el voto de derecha y libertario, desplazando a figuras consolidadas como Johannes Kaiser y Evelyn Matthei.
El resultado fue una primera vuelta sin mayoría absoluta, con Jeannette Jara (26,8%) y José Antonio Kast (23,9%) avanzando a segunda vuelta, que se realizará el 14 de diciembre. La diferencia entre Jara y Kast fue menor a la esperada, solo tres puntos porcentuales.
Las perspectivas sobre el balotaje son diversas y reflejan la fractura social y política del país. Desde el oficialismo, se reconoce la dificultad de revertir el apoyo que Kast mantiene entre los jóvenes –donde fue el candidato más votado– y la fuerza que Parisi podría aportar a la derecha si logra canalizar su electorado hacia Kast. Desde la derecha, se observa optimismo, pero también preocupación por la dispersión del voto y la necesidad de una estrategia que integre a los votantes de Parisi y otros sectores.
En paralelo, las elecciones legislativas renovaron la totalidad de la Cámara de Diputados y casi la mitad del Senado. El bloque de derecha, bajo la alianza Cambio por Chile, logró consolidar una mayoría relativa con 76 diputados, mientras que la coalición oficialista Unidad por Chile descendió a 55 representantes. En el Senado, la renovación en seis regiones trajo sorpresas, con figuras como Yasna Provoste (ex DC) y Karol Cariola (PC) manteniendo presencia, pero también con la entrada de nuevos rostros vinculados a movimientos regionales y liberales.
Este nuevo Congreso, fragmentado y polarizado, anticipa un escenario de negociaciones arduas para el próximo gobierno, cualquiera sea su signo político. La experiencia reciente de bloqueos legislativos y estancamiento económico alerta sobre los riesgos de la gobernabilidad.
Desde la sociedad civil, el análisis es igualmente plural. Algunos sectores valoran la alta participación y la renovación política como signos de una democracia vibrante y plural. Otros advierten sobre la creciente polarización y la emergencia de liderazgos populistas como señales de una crisis de representación y legitimidad.
El reconocido economista Sebastián Edwards, en un pronóstico que ha generado debate, "predice una segunda vuelta entre Boric y Parisi, con victoria de Parisi", aunque esta hipótesis contrasta con la tendencia actual que favorece a Kast para el balotaje. Edwards también advierte que un posible gobierno de Kast enfrentaría un Congreso complejo y dificultades para negociar, lo que podría traducirse en estancamiento y convulsiones sociales.
En definitiva, Chile se encuentra en una encrucijada electoral que refleja tensiones históricas, cambios demográficos y sociales profundos, y la emergencia de nuevas fuerzas políticas. El desafío para el país no solo es definir quién gobernará, sino cómo se construirá una gobernabilidad que permita enfrentar los problemas estructurales sin caer en la parálisis o el conflicto.
La realidad es que el próximo capítulo electoral será un coliseo donde se enfrentarán no solo candidatos, sino proyectos y visiones antagónicas para el Chile de la próxima década. Como espectadores, queda la tarea de analizar con distancia y rigor, reconociendo que la política es el arte de lo posible en medio de lo inevitable.
2025-11-16
2025-11-15