Tensión diplomática y pugnas internas: el gobierno de Boric enfrenta críticas externas e internas a un mes de las elecciones

Un mes después de las tensiones iniciales, la escena política chilena exhibe un cuadro complejo en que el gobierno de Gabriel Boric se encuentra en el centro de un torbellino de críticas tanto desde el exterior como desde su propio bloque político.

El 21 de noviembre de 2025, el Ministerio de Relaciones Exteriores presentó una nota de protesta formal a Estados Unidos tras las declaraciones críticas del embajador Brandon Judd hacia el Presidente Boric y el proceso político nacional. La Cancillería, respaldada públicamente por la ministra vocera Camila Vallejo, calificó las expresiones del diplomático estadounidense como "inapropiadas" y una injerencia inaceptable en asuntos internos, lo que marcó un punto de tensión en la relación bilateral. "Ser patriota significa no aceptar nunca la injerencia", afirmó Vallejo en defensa de la soberanía nacional.

Este episodio diplomático no solo desnudó diferencias en la agenda internacional del gobierno, sino que también fue interpretado en clave electoral, en un año donde los focos políticos están encendidos.

En paralelo, en el plano doméstico, la ministra vocera Vallejo se vio en la necesidad de responder a críticas internas, particularmente de la candidata presidencial Jeannette Jara (PC), sobre el presupuesto 2026 destinado al Ministerio de Vivienda. Jara cuestionó la reducción de ciertos subsidios y la asignación de recursos para saldar deudas del Minvu, señalando que la crisis habitacional sigue siendo profunda y requiere un manejo más urgente y eficiente. Vallejo replicó que, pese a presiones por reducir el gasto social, el gobierno ha mantenido el foco en la responsabilidad social y fiscal, destacando un aumento del 37% en el gasto público en vivienda desde 2022 y el compromiso con el Plan de Emergencia Habitacional, que busca entregar 270 mil viviendas.

Estas diferencias evidencian una pugna dentro del oficialismo sobre prioridades y estrategias de gestión, que se intensifican en la antesala de las elecciones.

Un tercer frente de controversia ha sido la defensa pública que Vallejo ha hecho del Presidente Boric frente a las críticas de la oposición, en particular de José Antonio Kast y también de sectores de su propia coalición. Las alusiones del mandatario a las campañas con bots y desinformación en redes sociales, interpretadas como un dardo hacia Kast, provocaron reacciones encontradas. Vallejo exhortó a los comandos presidenciales a concentrarse en sus campañas y defendió que Boric "entra en el debate de las ideas y no en ataques personales". Además, subrayó que la desinformación es un problema estructural que trasciende la coyuntura electoral y afecta a la sociedad en su conjunto.

Desde el comando de Jara, se planteó que el gobierno debe priorizar la gestión por sobre debates políticos, mientras que sectores opositores buscan capitalizar las declaraciones presidenciales para desgastar al oficialismo.

Estas tres líneas de conflicto —la tensión diplomática con Estados Unidos, la disputa interna sobre la política social y la confrontación política-electoral— conforman un escenario complejo que revela las fragilidades y desafíos que enfrenta el gobierno de Boric en sus últimos meses.

Por un lado, la defensa de la soberanía nacional frente a potencias extranjeras reafirma una postura firme, pero también expone riesgos en las relaciones internacionales que podrían afectar la cooperación futura. Por otro, las diferencias internas en la coalición oficialista sobre cómo abordar la crisis habitacional reflejan tensiones sobre la gestión y prioridades sociales, que pueden influir en la percepción ciudadana y el apoyo electoral.

Finalmente, la polarización política y la batalla comunicacional en el contexto electoral profundizan la fragmentación del debate público, donde la desinformación y las campañas digitales juegan un rol decisivo, según advierte Vallejo.

En suma, el gobierno se encuentra en una encrucijada donde debe equilibrar la defensa de su proyecto político con la necesidad de cohesión interna y manejo estratégico de sus relaciones internacionales, en un Chile cada vez más polarizado y exigente.

Esta serie de eventos y debates dejan en evidencia que la política chilena en 2025 no solo es un campo de batalla electoral, sino un reflejo de tensiones estructurales que requerirán más que discursos para ser resueltas.

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Fuentes: Radio Universidad de Chile, La Tercera, Cambio21.