Boric reafirma soberanía chilena ante orden de Trump: tensión en la relación bilateral por vigilancia ideológica

Boric reafirma soberanía chilena ante orden de Trump: tensión en la relación bilateral por vigilancia ideológica
Actualidad
Política
2025-12-02
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- Chile rechaza tutelaje externo tras orden de EE.UU. para vigilar políticas sociales.

- Gobierno chileno envía nota de protesta por intervencionismo diplomático.

- Polarización política interna expuesta en contexto de debates sobre aborto y eutanasia.

Un pulso de soberanía y diplomacia se ha instalado entre Chile y Estados Unidos desde que la administración Trump emitió una directriz para que sus embajadas reporten a Washington sobre gobiernos que promuevan políticas relacionadas con aborto, eutanasia, cambio de sexo en menores y diversidad, catalogadas por EE.UU. como "woke".El 21 de noviembre de 2025, el presidente Gabriel Boric respondió con contundencia: "Chile no acepta ningún tipo de tutelaje. Nuestra soberanía no se negocia", mensaje que difundió a través de su cuenta de Instagram, acompañado de la noticia sobre la orden estadounidense.

Origen y evolución del conflicto

La controversia se inició cuando el portavoz adjunto del Departamento de Estado, Tommy Pigott, justificó la medida como un mecanismo para combatir lo que llamó "ideologías destructivas" que, según EE.UU., amparan violaciones de derechos humanos como la mutilación de niños o leyes que restringen la libertad de expresión.La orden incluye que las embajadas recolecten datos sobre subvenciones estatales a abortos, fármacos abortivos y políticas de diversidad que promuevan discriminación positiva. Este enfoque ha sido interpretado en Chile como una forma de injerencia directa en asuntos internos, especialmente sensibles en un país que debate proyectos de ley para legalizar el aborto sin causales hasta la semana 14 y la eutanasia.

Perspectivas en juego

Desde el Gobierno, el canciller Alberto van Klaveren anunció el envío de una nota formal de protesta, calificando las declaraciones del embajador estadounidense Brandon Judd como "inapropiadas y desafortunadas", pues sugirieron preferencias ideológicas hacia futuros gobiernos chilenos."Sus expresiones representan una intervención en asuntos internos", afirmó Van Klaveren. Por su parte, sectores de la derecha chilena, que recientemente recuperaron mayoría en el Congreso, han mirado con simpatía la postura estadounidense, alineándose en la crítica a las políticas sociales promovidas por el actual Ejecutivo.

En el espectro político contrario, la izquierda y organizaciones feministas han valorado la defensa de Boric como un acto necesario para preservar la autonomía nacional frente a presiones externas y para avanzar en derechos reproductivos y sociales.Una destacada activista feminista comentó: "Esta disputa revela que la soberanía también es cultural y social, no solo territorial".

Impacto regional y consecuencias visibles

Este episodio no solo tensiona la relación bilateral, sino que también refleja un fenómeno regional donde Estados Unidos busca influir en la orientación política y social de América Latina mediante mecanismos diplomáticos poco transparentes. Chile, que mantiene con EE.UU. una relación económica robusta —con un intercambio comercial que superó los 31.600 millones de dólares en 2024—, enfrenta ahora el desafío de equilibrar intereses económicos con la defensa de su soberanía política y cultural.La disputa ha generado debates públicos sobre la independencia del país y la influencia extranjera en decisiones nacionales.

Constataciones y reflexiones finales

Este enfrentamiento evidencia que la soberanía chilena se encuentra en el centro de una batalla que trasciende lo diplomático para instalarse en el imaginario social y político. La medida de EE.UU. y la respuesta de Boric ilustran una tensión profunda entre modelos de sociedad y visiones del mundo que no se resolverán con declaraciones unilaterales, sino con diálogo y respeto mutuo.

Además, la situación pone en evidencia la complejidad de la política internacional contemporánea, donde la vigilancia ideológica y la diplomacia se entrelazan con los derechos humanos y la autonomía nacional. Chile se posiciona así como un actor que reclama su derecho a definir sus políticas sin tutelajes, pero también como un país que debe gestionar con prudencia sus vínculos con potencias globales.

En suma, la frase de Boric —"nuestra soberanía no se negocia"— se convierte en un emblema que convoca a la reflexión sobre los límites del poder externo y la fortaleza interna en un mundo cada vez más interconectado y polarizado.