
Un enemigo silencioso para el agro chileno
Durante el invierno de 2025, las lluvias persistentes en varias regiones agrícolas del país dejaron más que tierra mojada: un daño creciente en la maquinaria que sostiene la producción agrícola. Más allá de las ventajas hídricas para los cultivos, la humedad prolongada ha provocado fallas técnicas y desgaste acelerado en tractores y equipos pesados, fundamentales para las etapas de preparación, siembra y fertilización.
Kurt Schwerter, Subgerente Comercial de Agroplanet, señala que “los desperfectos causados por la humedad y el barro pueden superar el millón de pesos por máquina, especialmente cuando se afectan sistemas hidráulicos o eléctricos”. Esta afirmación no solo refleja un problema puntual, sino una tendencia que amenaza la eficiencia y rentabilidad del sector.
Perspectivas enfrentadas en el debate agrícola y económico
Desde la mirada de los agricultores medianos y pequeños, el daño en la maquinaria implica una doble carga: por un lado, la interrupción de labores en ventanas críticas para la producción; por otro, el aumento en costos de reparación y mantenimiento que no siempre están presupuestados. Para ellos, el clima extremo es un adversario que se suma a la incertidumbre del mercado y los precios fluctuantes.
En contraste, voces desde asociaciones empresariales y tecnológicas proponen que esta crisis es una oportunidad para acelerar la modernización del sector con maquinaria más resistente y sistemas predictivos de mantenimiento basados en inteligencia artificial. Sin embargo, esta visión choca con la realidad de muchos agricultores que aún dependen de equipos antiguos y carecen de acceso a estas innovaciones.
Desde la perspectiva regional, especialmente en la zona sur, donde las lluvias han sido más intensas y prolongadas, el impacto es más agudo. Comunidades agrícolas reportan retrasos en la siembra que podrían traducirse en pérdidas productivas significativas para la próxima temporada.
El mantenimiento preventivo: una lección aprendida a medias
Especialistas coinciden en que la clave para mitigar estos daños pasa por un mantenimiento preventivo riguroso, con inspecciones frecuentes y cuidados específicos tras jornadas en terreno húmedo. Sin embargo, la implementación práctica es desigual. La falta de recursos y capacitación limita su aplicación, especialmente en explotaciones de menor escala.
Esta brecha evidencia una problemática estructural: la vulnerabilidad del sector agrícola frente a fenómenos climáticos extremos que, según expertos en cambio climático, serán cada vez más comunes.
Verdades que emergen y consecuencias inevitables
La realidad es que las lluvias no solo humedecen la tierra, también erosionan la capacidad operativa del agro chileno. El daño en la maquinaria se traduce en costos directos que afectan la rentabilidad y en retrasos que pueden comprometer la calidad y cantidad de las cosechas.
Este episodio deja en claro que la adaptación al cambio climático no puede ser solo una consigna, sino un proceso urgente que involucre inversión, capacitación y políticas públicas orientadas a proteger el capital productivo del campo.
Por último, el choque entre visiones tecnológicas y realidades locales invita a reflexionar sobre la equidad en el acceso a soluciones y la necesidad de un diálogo que integre las múltiples voces del sector.
En definitiva, la maquinaria agrícola dañada por las lluvias es un síntoma visible de un problema mayor: la fragilidad del sistema productivo frente a un clima que ya no perdona errores ni improvisaciones.
2025-11-13
2025-10-14