
Una tormenta perfecta en los mercados internacionales ha dejado a Chile en una encrucijada económica y política que, a más de siete meses del anuncio inicial, sigue mostrando sus efectos y desafíos. El 2 de abril de 2025, el presidente estadounidense Donald Trump impuso aranceles recíprocos a cerca de un centenar de países, incluyendo a Chile con un 10%, una medida que desencadenó una escalada comercial con China y un desplome en las bolsas mundiales.
El cobre, principal motor de la economía nacional, sufrió una caída semanal del 14,4% en abril, su mayor retroceso desde 2011, mientras el peso chileno se convirtió en una de las monedas emergentes con peor desempeño. El Índice Mensual de Actividad Económica (Imacec) confirmó una contracción anual de 0,1% en febrero, evidenciando el impacto real y tangible en la producción nacional.
Los ingresos fiscales crecieron apenas un 1,1% en febrero respecto al año anterior y el déficit fiscal acumulado alcanzó un 2,9% del PIB, reflejando una creciente tensión en las cuentas públicas. En paralelo, sectores clave como la minería y la industria automotriz enfrentaron dificultades, con despidos y cierres como el de Nissan y la startup Awto, que anunció su salida del mercado chileno.
El gobierno del presidente Gabriel Boric ha expresado públicamente su rechazo a las medidas unilaterales de Estados Unidos, calificándolas de “medida unilateral” y un retroceso para el comercio global. En entrevista con The Indian Express, Boric afirmó que Trump “representa todo lo que rechazo”, subrayando la tensión política y la distancia ideológica con la Casa Blanca.
Sin embargo, desde sectores empresariales y algunos analistas económicos, se advierte la necesidad de adaptarse a un mundo con mayores barreras comerciales, enfatizando la urgencia de diversificar mercados y fortalecer la productividad interna. La oposición política también ha utilizado la crisis para cuestionar la gestión del Ejecutivo, señalando la falta de una estrategia clara para mitigar el impacto económico.
En medio de esta crisis, la gira presidencial a India marcó un punto de inflexión. Chile e India iniciaron negociaciones para un Acuerdo Económico de Modernización Integral (CEPA), buscando profundizar la relación comercial que data de 2007. Este acuerdo incluye también cooperación minera entre Codelco y Hindustan Copper Limited y un mecanismo bilateral para la cooperación en la Antártica.
Esta diversificación busca reducir la dependencia de mercados tradicionales y contrarrestar la presión generada por la guerra comercial entre las grandes potencias. Sin embargo, expertos advierten que estos acuerdos tardarán en mostrar resultados concretos y que el país debe enfrentar simultáneamente desafíos estructurales para mejorar su competitividad.
La guerra comercial global ha expuesto la vulnerabilidad de Chile frente a shocks externos, especialmente por su dependencia de la exportación de materias primas y mercados concentrados. La reacción política y económica ha sido diversa y contradictoria, con un Ejecutivo que busca alianzas alternativas y una oposición que exige respuestas más contundentes.
Los indicadores económicos muestran un país en desaceleración, con desequilibrios fiscales y sectores productivos afectados. Sin embargo, la crisis también ha impulsado un debate necesario sobre la necesidad de una estrategia comercial más robusta y diversificada, que incluya innovación, valor agregado y sostenibilidad.
En definitiva, Chile se encuentra en un escenario donde la tragedia económica convive con la posibilidad de reconfigurar su inserción global. La historia aún está en construcción, pero la lección es clara: la dependencia y la falta de preparación ante shocks externos pueden costar caro, y la política nacional deberá navegar entre tensiones internas y externas para encontrar un rumbo viable.
Fuentes: Diario Financiero, declaraciones presidenciales, informes del Banco Central, análisis de mercado y entrevistas con expertos económicos.
2025-11-13